16 de junio de 2011

Los Jueves un relato: Una foto sin palabras.

"En pendiente por ese prado, me deslizo entre suaves espaldas de hierba,  escoltada por bosques. Diviso montes azules, cielo manchado de nubes, una aldea ¡qué bonito! Trinan paxariños, ocells o pájaros, huele a césped verdadero ¡qué bello!



Pues no, me niego. Emparedada estoy entre pinos, colinas y mullidos verdes, escuchando el rumoroso río no tan cristalino, con mariposas en los hombros, oliendo, o casi pisando enormes boñigas de vacas con su sonoro cencerro. ¡Harta me tiene lo idílico montañero! Es cosa mía, lo admito, no me hagáis caso. Paso página del álbum.


Me gusta más esta foto...la mar. ¿Podéis inventarla? Hasta la huelo.
Me sobran palabras" dijo la sirena varada.
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A esa foto más palabras donde GUS: http://callejamoran.blogspot.com/

26 comentarios:

Ricardo Miñana dijo...

Esas vistas a la naturaleza, deslizar la mirada
hasta desembocar en el rio, es tan bello como
las vistas al mar.
un grato placer pasar por tu casa.
que tengas una buena semana.
un abrazo.

Verónica dijo...

Escrito VIP el tuyo (Very Important Pardal), lo digo por lo bucólico de los "pardalets"...
La mar salada, amiga mía, qué ganas le tengo. Este verano será movidito frente al mar...

Besito.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

JAJAJAA...muy bueno!...hasta el más hermoso paisaje a la larga cansa cuando nos sentimos ajenos, desarraigados, y la melancolía por nuestro lugar surge con fuerza, llamándonos para que regresemos!


Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La sirena acierta.
Besos.

Juan Carlos Celorio dijo...

Je, por darle la vuelta, lo mismo le ocurriría a una ardilla en la playa ... la imaginas, subiendo a la palmera y pensando como hincar el diente a un coco ...
Besos, querida amiga.

Anónimo dijo...

A las sirenas con anteojos les atrae mas el entorno marino. A las sirenas sudamericanas (ejem) también; sueñan con el Atlántico que está lejos de casa, sueñan con el Pacífico que aguarda tras la cordillera.
Sin embargo de tanto en tanto disfrutan de un paisaje como el del primer párrafo, con paxariños (que linda palabra!) incluídos. Solo para variar un poco.
Besos

Esta sirena anónima (grrrr) se llama Any

casss dijo...

El olor a campo, asoma a tu relato, y me trae bellos recuerdos, sobre todo de la infancia de mis hijos que tanto disfrutaron de correr vacas y andar a caballo. Hoy recuerdan esos tiempos como los mejores.... y yo los acompaño en su cabalgata.
Tu breve relato por lo intenso, me trae añoranzas, y me dejo llevar por ti Natalí, qué más puedo hacer?

besos y abrazotes.

San dijo...

Todo si mucho empacha. Yo te entiendo, vivo en un mar de olivos, pero tengo unas ganas de ver el MAR salado.... ya falta menos, ya falta menos, mi magistral Natália.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me gusta tanto la playa como la montaña, así que no puedo renunciar a esta última a pesar de moscas, mosquitos, excrementos de animales y los mil y un inconvenientes que presenta. He tenido necesidad a veces de andar por estrechos senderos llenos de esas boñigas haciendo verdaderos equilibrios para no pisarlas. Es el precio a pagar por aquello que nos gusta.
Un abrazo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

II ALABANZA DE LA VIDA CAMPESTRE

Dichoso el que alejado de los negocios y libre de toda usura, como los primitivos mortales, trabaja los paternos campos con bueyes de su propiedad; ni le despierta en el campamento el aviso de la cruel trompeta, ni le intimidan las borrascas del iracundo mar, y evita por igual los pleitos del foro que los soberbios umbrales de los ciudadanos poderosos.
Ya liga los crecidos sarmientos al tronco de los altos álamos, ya contempla vagar sus rebaños de vacas mugidoras en el angosto valle, o corta con la podadera las ramas inútiles injertando otras mejores, o conserva la miel de sus panales en limpias ánforas, o trasquila las ovejas enfermas.
Pues cuando el otoño levanta en los campos su cabeza coronada de frutos sabrosos, ¡cómo se regocija cogiendo la pera injerta y la uva que desafía el color de la púrpura, para ofrecerlas a ti, Priapo, y a ti, padre Silvano, que guardas los linderos!
Ora se recuesta a la sombra de vieja encina, ora sobre la grama de fuerte raíz, mientras las cascadas se precipitan de las altas rocas, las aves gorjean en la selva y murmuran las linfas que manan de las Fuentes, invitando al dulce sueño.
Mas así que el tonante Jove nos trae las nieves y las lluvias del invierno, persigue con la jauría de perros al cerdoso jabalí, precipitándolo en la oculta trampa, o con horquilla ligera extiende las redes donde han de caer los voraces tordos, o prende en el lazo la tímida liebre y la grulla extranjera, premios que recompensan sus afanes.
¿Quién no olvidará con estos ejercicios los sinsabores y zozobras que el amor acarrea? ¡Y qué placer si la púdica esposa cuida por su parte de la casa y los tiernos hijos, cual la Sabina o la mujer del recio habitante de Apulia, tostada por el sol, y con leños secos enciende el hogar a la llegada del varón fatigado, encierra en la urdimbre de zarzas las cabras triscadoras, ordeña sus ubres llenas, saca de la tinaja vino mulso de aquel año y le adereza la mesa con viandas no compradas!
No me agradarían más las ostras del Lucrino, el escaro ni el rodaballo, si la borrasca movida por el Levante los dirige a nuestros mares; ni la gallina de África o el francolín de Jonia serían recibidos con más placer en mi vientre que la aceituna cogida de las ramas rebosantes, la hierba del lampazo que crían las praderas, las malvas tan saludables al cuerpo enfermo, la cordera sacrificada al dios Término y el cabrito arrancado a los dientes del lobo.
Entre estos manjares, ¡qué hermoso es ver cómo vuelven a su casa las ovejas repastadas, cómo traen el arado al revés, sobre el lánguido cuello, los bueyes desfallecidos, y los esclavos, enjambre de las casas ricas, sentados en torno a la fogata brillante del hogar!»
Apenas hablo así Alfio, el usurero, dispuesto a hacerse rústico, a mediados de mes recoge todo su capital, y vuelve a prestarlo a principios del siguiente.

Horacio, Épodo II
Traducción de Germán Salinas

Allek dijo...

hola como estas?
despues de un poco mas de tres meses he regresado
y he subido una nueva nota... te invito a visitarla..
te dejo un fuerte abrazo!!!

FIBO dijo...

Todo tiene su momento, me encanta las boñigas y las algas, me gusta retozar con una mujer detrás de una roca en la mar o hacerle el sexo dentro del agua, como así mismo, no hay nada mejor que otra tarde maravillosa debajo de un pino volviendo a retozar...aunque las moscas vengan a ti como un roci panal...un besote preciosa Natalia

Matices dijo...

Pienso que todo está bien durante un tiempo y a veces salir de una rutina, aunque sea placentera es bueno... Y el mar, es mucho mar, hasta sin ser sirena.

Besos

Anónimo dijo...

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.

Anónimo dijo...

Tienes razón, a veces hay que rebelarse contra lo idílico. Es difícil caminar cuando te tropiezas con piedras picudas que te hace polvo los pies, como también cuando estás cansado, no te das cuenta, te sientas en un tronco de árbol y te llenas la ropa de resina, y ya puedes tirar la ropa, y por supuesto como tú dices ensuciarte los pies cuando sen querer pisas boñigas de vaca. Has hecho bien en dar la otra versión.
Un abrazo
Carmen

vitalina de assis dijo...

Hola amigo!

Por pouco não me vi em tão belo cenário. Descrição e foto belíssima!

Tenha um excelente final de semana.

Susana Peiró dijo...

Jajajajajaja! Le pusiste ese humor tan tuyo Natàli! Me recordaste las propias palabras (vivo al pie de la cordillera de Los Andes) Cuando turistas y amigos exaltan el paisaje…quiero huir! Nada de idílico! Graciasssss por las risas Bella mía! Un abrazote de lo más grande!

Anónimo dijo...

no te diré que te escribo desde vezdemarbán-city, por que sería una mentura miserable por parte mía...así que debo decirte que te escribo desde el hotel...espera que mire a ver cómo se llama...mierda, aunque no lo creas, se me ha olvidado..y no tengo tarjetas a mano para...en fin, diviso el mar cantábrico, concretamente la playa del levante...pero te digo una cosa, natalí, esta mañana me gustó más, y con diferencia, el paseo que me di por la costa, pedregosa ella, medio alterada ella, endemoniada ella por el miedo que me da acercarme a la venida salvaje de las olas barbudas y ruidosas...¡eso sí que es mar, y no la playa que diviso desde esta habitación del tercero y con aire condicionado! sabes, siempre me ha gustado el olor a sal...como también te digo que cuando regrese me encantará ese calor seco de mi castilla zamorana. por que la mar está bien. pero para un rato: un rato de 5 días...luego se echa de menos la secura de esta tierra de sequedad marina...ay, natalíiiiii..
medio beso...
(*)

María José Moreno dijo...

Yo tambien prefiero el mar a la montaña, pero es cierto que este paisaje es demoledor, asi lo siento, es como volver a la infancia, poder vagar por ese espacio infinito sin que nada ni nadie coarte mi libertad.
Una maravilla, diosa.
Besos guapa

Nusa dijo...

Natalí muaksss

Alfredo dijo...

Vaya y con tanta reivindicación, nos dejas sin relato.
También se le puede sacar expresión literaria a la "boñiga de vaca" ...no?
Tengo un trozo de Mar para tí/vosotros.

Besos

Primavera dijo...

Pero hay lugares donde hay de las dos cosas., mar y naturaleza unidas que lugares mas bonitos para vivir en armonia con ellos dos...
Como siempre un placer leerte maestra

maruja dijo...

Que descansada vida, la del que huye del mundanal ruído, etc
Yo tambien prefiero el mar
MUY BUENO LO TUYO

Isabel Barceló Chico dijo...

Me encanta tu sentido del humor, natalia, esa capacidad tuya de reflejar lo real al tiempo que nos recuerdas lo idílico.
No sé si leiste una entrada mía en la que recordaba a tu Minus...
http://mujeresderoma.blogspot.com/2011/06/en-memoria-de-dana.html

Besos, guapa.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Me tomo un descanso, querida amiga.

No se aún si definitivo o temporal, y tampoco se si volvere o no a escribir.

Probablemente...no.

Eso si: seguiré visitandote.

Hasta entonces, un abrazo enorme.

elena clásica dijo...

Tanto idealizamos lo lejano en el espacio y en el tiempo, "no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo perdí",dice Serrat. La realidad en su momento presente ofrece el plano completo, con todas las caras, nuestra mente recuerda una.
Más allá de lo ideal y la confrontación con la realidad, intuyo una nota metafísica, si la sirena está varada añora la mar, ¿el prisionero de la cueva de Platón añora el mundo? De repente notamos que un sentido se aguza y parece transmitirnos algo desconocido o un recuerdo demasiado lejano, y una pequeña vibración nos sacude.
Besazos.