1 de agosto de 2012

Los jueves relato: EL TIEMPO EN EL TIEMPO

Yo estaba cerca del fuego calentándome porque esta mañana de otoño hacía frío. Cuando se abrió la abertura del tipi vi la blanca cabeza del anciano y luego su cuerpo, que desperezó imitando al lince. Dijo, al mostrame la primera sonrisa de la jornada:
__Hoy es un buen día para morir. Ha llegado mi tiempo, acompáñame a la colina, me flaquean las piernas y tu brazo, Pequeño Gran Hombre, será mi apoyo, no quiero llegar tarde a la cita con el Espíritu.
Nadie podía contradecir ni poner objeciones a un deseo expresado por el que fue jefe de la Nación Cheyenne.

Rugía el viento en la cima de la loma, el anciano se sentó sobre las nalgas con las piernas dobladas, su largo cabello de nieve ondeaba pero él no parecía experimentar ninguna sensación física. La mirada húmeda del viejo, serena, observaba la infinita cabellera verde de la pradera, agitándose, los bosques negros en las montañas azules, en el valle las manchas doradas, ocres, rojizas de los árboles desnudándose, el vuelo del águila…Pasaron las horas, yo permanecía atento y respetuoso a unos diez pasos.


Por la tarde el Dios de la lluvia acumuló espesas nubes sobre nuestras cabezas, enseguida se derramó la carga que atesoraban en sus vientres. Quedamos empapados, el anciano con el rostro vuelto a los cielos, bebía la lluvia riendo hasta sacudir sus frágiles hombros, el agua se deslizaba por los surcos de sus arrugas convertidas en cauces fluviales.
Cesaron las gotas de mojarnos, él se levantó y me dijo:
__ Manitú se burla de mí diciéndome: “viejo, aún no es tu tiempo” Obedezco, tiene razón, yo me equivoco como cualquier ser humano-entonces dobló la cintura con los brazos extendidos y sus mocasines golpearon rítmicamente la roca para danzar en círculo, el wakan-tanga en honor al gran Espíritu. De su garganta, con voz débil y cavernosa, fluía el canto sagrado.
Resollaba y yo le cubrí la espalda con la piel seca de un búfalo.
__Volvamos al poblado-dijo, y al sonreír vi los dos únicos dientes que le quedaban.


En medio de la pendiente se detuvo para tomar aliento y exclamó:
__ Hijo mío, nunca, ni cuando era un joven guerrero, disfruté tanto de la lluvia como hoy.
Señalaba las hogueras del campamento, nubecillas azules subían hasta los cielos. El olor a guisos, a carne espitada, invadió nuestros sentidos, noté que mi estómago emitía sonidos de protesta como si acompañara los ladridos de los perros hambrientos que las mujeres ahuyentaban de malos modos.
__Mi tercera esposa, Gacela, prepara la liebre como me gusta, desde aquí huelo su fragancia, ella mastica cada bocado y luego me lo acerca a los labios. Comparte el alimento conmigo. Hijo mío, es tiempo de saciar el apetito.
Me ha inspirado esta versión del tiempo, una secuencia del film "Pequeño gran hombre" de Arthur Penn, 1970, la he adaptado líbremente según el tiempo que hacia, despejado y que dure. MÁS TIEMPO EN EL RELOJ DE LA DULCE MATICES: http://maticesdecolores.blogspot.com.es/


31 comentarios:

FIBO dijo...

Menuda suerte tuvo el Jefe al caer la lluvia en esos momentos, y le aclarara las ideas de que todavía no era su hora.

En aquellos tiempos, (por lo visto en las pelis) se podían pasar horas, días y semanas esperando la inanición completa hasta su hora final.

Que manía de las gentes por esperar la muerte. ¡Ya llegará cuando toque! O esos japoneses abrirse la barriga por honor, o los otros queriendo llegar al paraíso…Un mundo de locos desde la creación…si Epimeteo levantara la cabeza, se iría asustado de nuevo, con el trabajito que le costó crearnos.

Las últimas palabras de Isabel I fueron: Todo lo que poseo por un poco más de tiempo. Hoy en día, todos llevamos un reloj de pulsera, vivimos y hasta amamos cautivos del tiempo. Tratemos de quitarnos esas cadenas que nos mantienen atados y desechemos esa palabra tan recurrente y que tanto utilizamos de: No tengo tiempo.

El relato me ha encantado como todo lo que escribes, no se si por bueno, o porque admiro tu forma de escribir y tu creatividad.

Un besote preciosa.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

No somos dueños del tiempo, ni siquiera del que nos corresponde vivir...a veces fallan en su presentir hasta los más avezados sensitivos de la rítmica contemplación de la naturaleza.
Buena historia para esta nueva propuesta juevera.
Un abrazo, Natalia.

Leonor dijo...

Preciosa forma de narrar y bonita inspiración. Siempre haces honor al nombre de tu blog.

Un abrazo y que continúe el espectáculo que nuestro tiempo aún no ha llegado a su fin.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Hasta los hombres sabios se equivocan, y éste de seguro que lo era. Su hora no había llegado, y los dioses se encargaron de recordárselo.
Me acuerdo de haber visto esa película, una gran película
Un petó.

tereoteo dijo...

Pudo disfrutar de la liebre de Gacela por lo menos un día más, porque la vida es eso, saborear las pequeñas cosas que nos ofrece, disfrutarlas y no perdernos en grandes planes para el futuro porque no sabemos cuando nos tocará izar las velas y partir.
Qué bonita peli de indios nos has contado.
BesiTOS cheyenes, PLUMA AL VIENTO

Anónimo dijo...

No somos dueños de nuestro tiempo. Me gusta ese estoicismo de esperar lo inevitable en comunión con las fuerzas que han constituido su modus vivendi, en comunión con la Naturaleza, como me complace esa actitud de agradecimiento por ese tiempo de más que al parecer el Gran Espíritu aún le tiene concedido. Filosofía de vida de hombres en paz consigo mismos y con lo que les rodea.
Un fuerte abrazo.

omar enletrasarte dijo...

la muerte, la lluvia, el alimento, los seres queridos, genial relato
saludos

rodolfo dijo...

recuerdo( tiempo en el tiempo) esa escena. Analizándola se llega a optimistas conclusiones.
qué carga tan ligera es portar la vida que se nos ha regalado

Cristina Piñar dijo...

Creía que había llegado su hora, pero no era así. Con tus buenas descripciones, me has trasladado hasta aquel lugar e incluso puedo imaginar la lluvia que caía en ese preciso momento. Efectivamente,nadie es dueño del tiempo,que sigue su curso con una secuencia de acontecimientos sobre los que, en gran parte de las ocasiones, tampoco podemos decidir. Un bello relato. Un beso.

Maria Liberona dijo...

todavía no es tiempo, no hay que apresurar las horas, aún es tiempo para la vida aunque la muerte nos guiñe el ojo desde muy de cerca

Luis dijo...

Quizás en los últimos años de vida aprendió una lección. Estamos sometidos al tiempo, no somos dueños solo lo transitamos.
Excelente manejo narrativo, como siempre

Matices dijo...

La muerte puede presentirse, pero no creo que su silencio nos anuncie el momento justo... que malo es el estómago, aunque en este caso le puso en la pista de su error "a tiempo en su destiempo"...

Ainsss, no es la primera vez que me pasa aquí lo de hoy, te empecé a leer y recordé la escena, después como siempre, de tu mano he visionado otra versión tan creíble como la vida misma.

Gracias por hacer un Kit-kat en lo "cariñoso" y compartir conmigo esta convocatoria...
Besos!!!

Esilleviana dijo...

Es una versión maravillosa. ¿Mejor que la original de la película? Creo que sí :)
Tal vez se alegró tanto después de disfrutar la lluvia de la tarde, al comprobar que su error en la percepción de su tiempo le permitiría continuar gozando y divirtiéndose en esto de vivir y existir físicamente...

Es un relato muy hermoso.

Un abrazo

Juji Mogar dijo...

Si es que, cuando una sabe, sabe. Y tú sabes mucho, mi querida Natalí, de explicar historias y de hacer que nos quedemos con la boca abierta bebiendo de la lluvia... y felices, de que aún no haya sido la hora de irse, sino de quedarse e ir a por la liebre :)
Besazo enorme y sin tiempo.

San dijo...

El reloj marco una hora y él leyó otra. No somos dueños en este mundo de nada, todo nos es prestado, hasta los tiempos para vivir o para vivir. Aquí hoy 40 grados y un sol que abrasa, pero yo he disfrutado de un lluvia fresca en la cima de tu montaña.
Un abrazo Nátali.

Pepi dijo...

He disfrutado mucho esta lectura, todo lo que está inspirado en los pueblos indios me fascina, de ahí viene lo de nube azul 0_-
He estado tres veces en tu actualización anterior, pero me da siempre error, ahora voy a copiar lo que te pongo por si acaso me sale lo mismo, de ser así, se lo lo dejo a Matices.
Y que conste que todo mi empeño era en desearte felices vacaciones. Besitos.

Pepi dijo...

Me cachis en la mar, el truco estaba en copiar lo que te ponía antes de enviar, salió a la primera, te juro que estuve TRES veces. Buaaaaaaa.

Gaby* dijo...

Me he dejado llevar por el relato, lo narras tan bien, que es fácil ponerse en tiempo y lugar. Situación difícil es, cuando los años pesan al andar y todo parece decir que ya es hora. Esa lluvia ha sido una especie de bálsamo fresco, de esperanza que revive, de augurio de más pasos... Lo más cerca a los finales que uno desearía encontrar a lo largo de la vida, cuando lo irremediable debe ser enfrentado sin más posibilidad que la aceptación.
Como siempre leerte, es todo un gusto Natalia. Besos al vuelo: Gaby*

Manuel dijo...

Llegara cuando tenga que llegar por mas que vivas tranquila o peligrosamente. La parca tiene su propio tiempo y no le influye nuestro consciente.
Fantástica la visión de la vida y la muerte que tenían los nativos americanos.
Un beso

Unknown dijo...

El tiempo otorga esos momentos de goce que son inexplicables Muchas veces y causan una perpecion muy buena cuando se les da una oportunidad de sentir las cosas. Un beso.

Sindel Avefénix dijo...

Hermoso y tierno relato Natalí.
Está lleno de imágenes y es un canto a la vida.
Nadie es dueño del tiempo ni puede disponer de él.
Un abrazo enorme.

Medea dijo...

Que placer leerte en esta calurosa mañana de verano, a la sombra sin prisas asomarme un momento y reconocer el placer en tus palabras,adentrarme en este mundo donde el tiempo no es tiempo donde el final lo marcan el cielo y los dioses, donde el comer el dormir el amar y el beber no lo marcan los relojes, pronto tarde, que mas da, el cielo dijo que hoy debía asomarme por aquí, que el placer de volver a leerte adentrándome en tu texto,relamiendo cada palabra, sin prisas, todo volverá a su lugar, al sitio donde debe estar.
Te quiero amiga y de vez en cuando...leo. Un beso grandote que se queda en dos medios grandotes para tu hombretón también

Juan Carlos Celorio dijo...

Manitú concede más tiempo de vida para que el viejo indio pueda disfrutarla, consciente que el tiempo se le acaba. Sabio.
Me ha encantado leerte después de tantos días. Ya terminan las vacaciones y vuelta a la rutina, incluso la agradable rutina de leer tus relatos. Muchos besos, querida amiga.

Myriam dijo...

Me parecía estar ahí bailando el wakan-tanga en esa dimensión del tiempo circular.

Muy vivificante tu relato, Natali. Besos

casss dijo...

Apenas comencé a leer tu texto, se me vino a la mente esta película. Muy buena inspiración!

Qué placer beberse la lluvia así, ya tranquilo de no esperar nada, ni siquiera el tiempo por venir...

Besos, amiga Natalia.

(letras para demostrar que no soy un robot: d minativ)

Alfredo dijo...

Fantástica película a la que rindes homenaje con tus palabras y esas lluvias que tienen mucho de cantábricas jejeje.

Un abrazo y estupenda semana!

Mar dijo...

Natali, precioso texto sobre este anciando indio y su tiempo y su hora y sus reflexiones. siempre he admirado a esos pueblos.
Lego tarde pero me encantó saborear tus letras. Como siempre, en las descripciones te luces, esa cabellera blanca y el paralelismo con la hierba de la pradera, me encantó.
Cómo sigues por tus tierras gallegas.
Petonets salats des de BCN

I. Robledo dijo...

Ay, preciosas enseñanzas sobre las tradiciones y creencias de los pueblos antiguos... Los pueblos que vivian en armonia con la naturaleza, con la Tierra...

Estas semanas pasadas, visitamos Atapuerca... Allí han encontrado los restos fosiles de un hombre que no podia alimentarse por si mismo, por lo que sin duda otros miembros del clan masticaban la comida para el... Y esto ya sucedia en el Paleolitico Inferior...

Un abrazo, y el deseo de un feliz verano

rosa_desastre dijo...

No he visto la pelicula (ni falta que hace) Tu has dibujado tan bien el ceremonial, la espera de la muerte, la lluvia... y he bajado con ellos dos al poblado. Ya no ladran los perros. Huele bien el guiso de liebre.
Es tiempo.
Un beso

Manuel Torres Rojas dijo...

La sensibilidad viaja por la tierra de cuerpo en cuerpo...Abrazos

Lucila Mar dijo...

Que precioso relato.
Muy sabio...
Transmitiste esas emociones a través de tus letras

saludos