25 de noviembre de 2009

"Magmud el Impasible"

Madmud, espada de Alá, el Impasible; nunca desfalleció ni se calmó. Pero, al humano le son vedados los designios de Aquel que todo lo ve, aún sin tener ojos, es el OJO.

El sol ardiente caía como la espada de Magmud en la nuca de un Templario. Él y los tres que le acompañaban vieron de lejos el oasis de Azraz: los manantiales, palmeras, los frutales y hasta el pinzón en la rama de un olivo. De esta manera sus pupilas de pestañas espesas, negras ambas, escrutaban cada detalle. A su espalda los caballos estaban inquietos, pero ellos cuatro, a pie, sin romper el silencio más de lo que lo hacía el viento entre las encinas, se acercaron con una determinación.
El arco se tensó, el ojo en el objetivo y la flecha dispuesta.
Los impíos eran siete, y cubiertos con las cotas iban tres, los otros se bañaban desnudos en la laguna; apestosos, tiñosos cruzados. La insignia de Ricardo ondeaba lo mismo que un insulto y parecía crepitar furiosa con el símbolo del doble león rampante.
La flecha de Magmud había escogido la mejor presa, un caballero de pecho poderoso, hirsuto, que se desplomó fulminado; el dardo le entró justo por debajo de la tetilla izquierda. Gruñó antes de caer boca arriba, deslumbrado y pateando.
__ Comedores de cerdo, como veis hablo la lengua franca. El agua preciosa de estos manantiales es nuestra. La habéis contaminado con los piojos que anidan en vuestros cuerpos y morireís por ello ¡Alá!__ gritó al agonizante antes de decapitarlo.
Al único que dejaron con vida, para que fuera testigo, le dijo:
__ Cuéntaselo a Ricardo, el León sin garras. De otro modo no os trataremos, infieles. Jamás, mientras el sol brille, os daremos tregua y vuestros paladines probarán el polvo antes de morir. La masacre que cometisteis al asesinar dos mil setecientos de los nuestros, prisioneros indefensos ante la fortaleza de Acre, os la cobraremos por diez. Sea alabado el Profeta.
Así era Magmud, sobretodo después de aquella matanza ordenada por el rumí normando, únicamente para que los cautivos no retrasaran su marcha...o ¿tal vez lo hizo por placer?


A principios de verano las tormentas de arena azotaron el Wadi Rum. Los campamentos de un bando y del otro con sus frágiles tiendas, se desplegaban en los valles calizos, a cubierto entre las rocas purpuras de caprichosas formas horadadas a golpe de viento; moles de fuego o fantasmas. Mascaban polvo y se les creaba una crosta, como máscara, en el rostro.
La batalla, de llevarse a cabo, supondría una matanza absurda, ambos ejércitos iban en franca retirada.

Yusuf ibn Ayub, Saladino para los cristianos, más sus caudillos, las tribus de la media luna y los beduinos...del otro lado los cristianos con los suyos, presididos por Gilbert Erail, Gran Maestre de los Templarios; pactaron una fórmula acomodaticia. Porque, ciertamente, los muertos se contaban a miles y su despojo daba de comer a los zorros, buitres y chacales que no hacían distingos entre creencias o razas. La peste los diezmaba por igual y las golosas moscas se instalaban en los ojos de los vivos. Las máquinas de asedio, abandonadas, dibujaban sus esqueletos en el horizonte. Día y noche se escuchaban las salmodias de frailes o almuédanos invocando la venida del Al-Dajjah o el Apocalipsis, todos rezaban postrados, los unos descalzos, los otros con mallas y espuelas.
Convinieron, pues, un duelo singular: la fórmula de los dos paladines luchando ante los ejércitos enemigos. Al ganador un botín en oro y respetar la vida de la tropa contraria, al perdedor, la muerte y haber luchado por Dios ¿cual?
Cada bando discutía sobre quien presentar a tal singular combate. Cuando amaneció el sol daba contra los ojos cristianos; ¡mala suerte para el escogido! Ricardo no estaba, pero estaban los demás, sus segundos, buscando al paladín capaz de enfrentarse a Magmud, el invicto guerrero de Alá. Los líderes de la orden del Temple miraban para otro lado, los Hospitalarios, los del Santo Sepulcro, hacían lo mismo. Planeaba un rumor entre las lanzas cristianas; era miedo visible, vergonzoso.
Magmud, en medio de la nada, se reía aguantando los latigazos de la arena. Henchido por el orgullo, tragaba saliva como manojos de lana, la cimitarra desnuda y curva, todo él, alabando al Hacedor.
La indecisión cristiana provocó un chocar de escudos sarracenos y burlas y risas. Ningún guerrero de la Cruz, quería suicidarse.
Saladino, siempre ocupado por temas pendientes, inició la marcha acompañado por sus camellos, pertrechos, mujeres y hombres. Soltaba carcajadas ante la flaqueza de los pusilánimes que adoraban al Profeta Jesús.
Al cabo de media hora, en el peor momento, cuando el calor desmayaba a caballos y hombres, de entre las filas cristianas avanzó una figura; encima de la pesada cota vestía de blanco sucio, la cabeza oculta por el casco y la espada agarrada con ambas manos. Los caudillos cristianos murmuraron entre sí, lo conocían y el valor de aquel bravo ingenuo se acomodaba a sus intereses. Mejor él que otro, convinieron tácitamente.
El guerrero se arrodilló ante la cruz, el frater lo bendigo y le mojó con el agua del hisopo cuyas gotas se secaron antes de tocarle. Después montó en un potro nervioso. Lentamente iba acercándose donde Magmud le esperaba a lomos de un caballo negro que relinchaba haciendo tintinear los arneses, oro puro.

Primero dieron vueltas para observarse, para medirse. Magmud hacía conjeturas sobre quien era su adversario y no daba con la respuesta. Lucharon a golpes de maza, los escudos hicieron su tarea pero se mellaban y se abombaban. Los animales sacudían sus colas, levantado tempestades con las pezuñas.
Cayó el cristiano en la arena, sin embargo, ágil, esquivó la descarga de Magmud.
La lucha, según los cánones, debía seguir pie en tierra, los dos. No se escuchaba ni el zumbar de las moscas, cosa rara.
Al cruzarse las espadas sacaron chispas y despedían el sonido del metal: Un giro de la cabeza cubierta con el casco, para evitar la espada, un movimiento del torso, huyendo del filo directo al pecho. Así un buen rato. Ambos resoplaban más que los caballos, los cuales, uno al lado del otro, contemplaban el duelo, indiferentes. Costaba sostener el arma que a cada instante iba pesando más y más. Golpes a ciegas mirando, confusos, a través de los orificios de las viseras. Pasos sin rumbo fijo y el corazón en la garganta. Todo tiene un límite…
La punta de la espada del cristiano rozó el hombro de Magmud. ¡Nadie jamás le había herido! se dijo lleno de furor, sin mirar la sangre que manaba de su cota.
Aquello le dio ánimos, le otorgó vigor. Cuando el otro se giró levemente, la cimitarra de Magmud le atravesó el costado derecho; un tajo desde las costillas hasta el estómago. Cayó de rodillas, la cabeza baja, resollando, desarmado.
Magmud gritó de placer. Ahora pudo contemplar al vencido, antes, imposible.
Era delgado y alto, llevaba la túnica cubierta de arena y sangre. Enseguida, Magmud le despojó del casco: ansiaba ver los ojos del hombre al que iba a matar.
Se quedó mudo, fulminado por una extraña visión, tal vez propiciada por aquella subida de adrenalina en el combate que le hizo palpitar la sangre en las sienes.
El rostro del cristiano, pálido, la nariz sangrante, las cejas, las pestañas y el pelo de trigo, los rasgos inmaduros, los ojos de un azul nítido...le evocaban ¡por el Innombrable! la imagen del arcángel Yibril “la paz sea contigo”.
Magmud se quedó petrificado por aquella inspiración y la cimitarra le resbaló desde la mano a la arena.
Alzándose anduvo unos pasos en dirección al bando de la Cruz. Con los brazos levantados les increpó de viva voz, similar al rugido de una fiera:
__ ¿Para luchar contra un imberbe, que ni ha sido armado caballero*, he expuesto mi valor y mi honra? Miserables cristianos, ninguno de vosotros, ni uno solo de vuestros famosos paladines se ha atrevido a enfrentarse conmigo, en cambio permitís que un muchacho os salve el pellejo__ Escupió en la arena saliva corpórea__ Os maldigo, cobardes. La batalla no tendrá lugar gracias a mí y a este joven que ha luchado como un hombre. Caiga su sangre sobre vuestros hijos y los hijos de éstos__se volvió y, a zancadas, escoltado por un abanico de arena a cada paso, fue hasta el vencido. Desenvainó su daga acercándola a la garganta del muchacho que no dejaba de mirarle, la respiración acelerada. Sólo una cosa pronunció; ni imploró clemencia ni se lamentó, con voz queda, dijo:

__ Dios mío.
Magmud, como fulminado por un designio, meditaba: "No más sangre inocente ¿es éste tu mandato, mi Señor Alá?"Con el pecho arqueado, la mirada enfebrecida y el perfil de águila, mirando al cielo, exclamó, para quienes le oyeran:
__ Nadie nunca me ha tocado con su acero, este joven, sea quien sea, lo ha conseguido; acepto la herida como una señal...__ su índice se dirigió al firmamento, después inclinó el rostro, disimuladamente; se dolía del tajo recibido__ La vida de este cristiano me pertenece, le he vencido, pero vivirá si es designio del que Todo lo Puede, su Voluntad se ha manifestado, soy consciente. Vuestra vileza, seguidores del Crucificado, quedará de manifiesto por su palabra, ya que este muchacho, desde ahora es mi prisionero y será testimonio de lo que aquí ha sucedido. Amén, como decís__ trazó un gesto leve con los largos dedos de su mano diestra.
Los sirvientes se acercaron y Magmud, severo, les ordenó:
__ Tratadlo como si fuera mi hijo, quiero al mejor médico.
Miró al herido; lo transportaban sin sentido. Aquel rostro, puro, perfecto, era el del Mensajero.
Desde el bando cristiano se pronunciaron comentarios de todos los colores. El Maestre Gilbert, picajoso, declaró al Senescal de los Hospitalarios:
__Infinito es el poder de la inocencia, amigo, porque abate el furor y fascina a los más fieros, desarma espadas; ya lo ves. Este niño nos dará problemas, lo auguro. Magmud el Impasible se ha rendido ante una visión del Más Allá: ¡un ángel! Gabriel __ se reía y su panza temblaba bajo la funda de mallas.
__ Cristo nos libre de pensamientos impuros...__ recitó el Hospitalario y el otro replicó, sacándose el yelmo para derramar un cazo de agua en su calva coronilla:
__ No me extraña que estos infieles nos venzan, son sutiles y exquisitos. Adoran ángeles...que existen, nosotros no nos acordamos de su belleza ni de jugar a los dados, !el placer, la alegría, la bellaza !los tenemos prohibidos.

Al cabo de dos años, Roger de Villeroy, hijo del normando barón de Villeroy, abrazó la fe del Islam, acababa de cumplir diecinueve años y se desposó con la hija de Magmud, jamás volvió a Inglaterra, ni la añoró allá en Damasco.
¡Gabriel! Yibril جبريل le llamaban en broma, y él sonreía. ________________________________
Foto: Archivo Internet
*Armar caballero: Los candidatos a caballero no recibían las espuelas y el título de caballero, antes de los veinte años.
Conste que, salvo el Templario Gilbert Erail, Saladino o el rumí (según la RAE; extranjero o cristiano en árabe) Ricardo I Plantagenet "Corazón de León", que ordenó la ejecución de los 2700 musulmanes prisioneros en Acre, todo lo que aquí narro es fruto de mi imaginación.

22 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Las guerras en todo tiempo han sido y son infames y desgraciadas. sólo sirven para medir el poderío de los hombres que entienden que es por las armas que se mide su hombría y su honor!...qué impudicia!...
Magnífico tu relato, atrapa y conmueve desde el principio al fin.
Me quedo pensando en la fragilidad del destino humano y los vericuetos de la causalidad o casualidad, según se quiera entender...y de las imprevistas (o no) consecuencias de nuestros actos)
Un abrazo!

Alfredo dijo...

Estas historias de cruzados, de antiguas batallas, y de Ricardo Corazón de León, son algunas de las que leía con enorme placer en mi adolescencia y veía en aquellas sesiones de cine de aventuras de los sábados por la tarde. Gracias por devolverme algo de todo aquello con este relato tan fantástico.

Besos!!

Anónimo dijo...

sigue escribiendo, pinta bien esto..

Natàlia Tàrraco dijo...

Neo de mi rorazón, entiendo lo que me dices...siempre habrá cruzados, ahora con mísiles, con granadas a larga distancia, visión nocturan, y al final; cuerpo a cuerpo. La hombría, el honor; patéticos simbolismos masculinos (también existen para lo femenino, lo sabes) aún perduran, pero en plenas Cruzadas, para explicarlas, hay que hacer un ejercício de imaginación, así eran, creo yo. La religión marcaba: la mía buena, la tuya; falsa, ridículo, eran casi idénticas ¿suena a algo de hoy? nooo. Matar en nombre de...
No obstante, en este relato intento decir que hay cosas que conmueven, que detienen la sangre y como un chispazo, nos calman y nos sosiegan. En este caso la inocencia de un joven, su imagen que el otro interpresa según su mentalidad: ángel.
Neo, me parece que crees en los ángeles, algo de eso he leído en tus relatos, yo también o estamos perdidos, aunque no crea en el dios o los dioses. Bsitoooo, ahora vengo, después de irme a lo mío. Gracias amiga.

Natàlia Tàrraco dijo...

Alfredo, ya lo sabes, es un sueño que fascina lo medieval, con su ceguera brutal, su violencia, la suciedad, la religión...no podemos evitar esa oscura atracción, sea en cine, en literatura (de moda hace unos años)o en cómic "el príncipe valiente" "el capitán trueno" et, et. Gracias amigo, aquí estaré en breve, veremos. !salves muchas!

Natàlia Tàrraco dijo...

Jordim, bienvenida seas, aunque esté por dar una trégua al blog. Me animas a seguir escribiendo sobre lo que sea, y si te pinta bien, aún más. Hasta pronto, bsitos y !aves!

rosa_desastre dijo...

Ay Natalí, esta tregua tuya es un "truqui" para que ya te estemos echando de menos.
Espero que no haya guerras en tu interior, y que tu reposo de guerrera sea sólo por las letras, por las historias...
Besos

Natàlia Tàrraco dijo...

Ayyy, rosita desastre, que soy guerrera y reposaré escribiendo quintadas y otras cosillas, como este divertimento medieval, y...et, et. Ya te encuentro a faltar, cariñosa amiga. !Pero! alto ahí!, antes cuelgo el JUEVES de Tèsalo y me dices, después a mi bufandita.
Bsooos, y hasta ahora compa.

El espíritu inquebrantable dijo...

Mi niña, ya tenía ganas de leer algo tuyo; y esto medieval gusta bastante... Aunque hay que tener mucho cuidado al aproximarse a estos tiempos, porque se ha escrito mucho y muy equivocado de este período de la historia. Hay que documentarse bien (no vale la wikipedia ni las enciclopedias de los años 70), hay que leer mucha historia y a los mejores medievalistas, los más objetivos, los que no estaban contaminados ni por el entusiasmo romántico, ni por la soberbia de los ilustrados del s.xviii. Lo digo por lo que he ido aprendiendo en estos años de estudiar historia, y la digo desde el cariño porque aunque las historias sean mero entretenimiento no deben confundir nunca al lector con ideas equivocadas de un tiempo -y unos personajes- que no pueden defender sus ideales, sus creencias ni su cosmovisión. En cuanto al normando que mencionas, no es un rumy, sino un frany; llamaban los musulmanes "rumy" a aquellos cristianos que pertenecían al Imperio romano de Oriente y que abrazaban la ortodoxia griega de Bizancio. Besos mil

Anónimo dijo...

Me encanto el relato Nati, el otro medieval también esta bueno. Y como dice Alfredo me trae recuerdos a mi de mi infancia, porque en mi adolescencia mi padre quito el TV de mi casa, decía que temía que me idiotice.
En cuanto al tema del descanso a mi me pasa lo mismo, esto me atrapa tanto que me olvido que mi médico me indico reposo, pero trato de no estar tanto tiempo de a ratos me recuesto.

Besos.

Annick dijo...

Una despedida gloriosa! mucha gracias.

Besos desde Málaga.

Natàlia Tàrraco dijo...

Jules, te constesto por email, o sería muuuuy largo, gracias mil, de verdad por tus puntualizaciones. Estudié História en Hª del arte, y iconografía y estética, y...uf. De todos modos, cuento con cometer errores a la hora de escribir un relato, lo doy por hecho, aunque se trate de ficción pura, no podemos filtrar fallos garrafales, intento documentarme, jajaja, y la wiqui no es la mejor forma de hacerlo, ahora un G. Duby por un poner un ejemplo, vieeejo caduco, no era manco. ¿Objetividad absoluta? imposible en un ser humano, aunque sea mediavalista de última hora. Podemos inventar o reinterpretar la história según nos viene a nuestra imaginación ¿románticismo? ¿partidismo? ¿tópicos? ¿atmósferas? ¿opiniones?. De alguna manera decimos la nuestra, detrás de un relato se oculta un mensaje ¿equivocado? puede ser ¿personal? seguro, o no existiría la narración libre. Bsito, ya me he alargado, " hay muuuucho que hablar del bacalao" disculpas amiga.

Natàlia Tàrraco dijo...

Julia R. los relatos medievales, corto como éste, para mí son un divertimento, como dices, volver a la juventud y dar una opinión, eso sí. Lo del reposo, pos tienes razón, no podemos huir de "esto" pero lo intentaré un poquito. Para escribir y demás asuntillos, nos vemos pronto, bsito cariñoso.

Natàlia Tàrraco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Natàlia Tàrraco dijo...

Annick, jajaja, pasástete con lo de gloriosa.
Eres el colmo de la amabilidad, pero aún no remato la despedida (que será con un ojo por aquí), esta noche cuelgo relato del Jueves, después, tal vez eso del reposo será más real, reposo de la guerrera cruzada, jajaja. Bsito dulce, hasta ahorita.

María José Moreno dijo...

Natalí, menduda despedida. Si me gustaba el nene romano, este angel no se queda atrás. Veo que te atrae esa edad adolescente en la que la inmadurez permite la insolencia y la ilusión germina en proeza.
Bello relato de cruzados.
No nos dejes huerfanos de puberes ¿Se dice así...jajaja?
Un besazo guspisima

Natàlia Tàrraco dijo...

Maria José, el nene romano del Jueves caerá en este blog de un momento al otro!plas! como despedida, más o menos.
Aciertas, la juventud no está maleada ni lleva una mochilla de experiencias y recuerdos que pesan, por lo tanto tiene curiosidad, es impulsiva, conserva aún, algo de inocencia, y los/las (cuidadito con esa distinción de géneros en plan chirrido)mejores quieren aprender. Nos olvidamos, nosotros, a veces, que siempre se aprende. !Ojo! pero la experiencia vale mucho, salvo que se emplee como dogma o arma de la verdad absoluta (?). Con los años se toma distancia y se relativiza todo, no hay que criar mala sangre, amiga, por eso me voy a criar historias y recreos que dejé olvidados por torpeza.
Jajaja, según la edad serán impúberes. Besazo multiplicado por tres.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Natalia, como pocos -creo- jejeje logras hacer de cada contestación a nuestros comentarios una magnífica exposición meritoria de un post en sí mismos! jejeje

Muchas gracias por la deferencia de destinarnos una respuesta personalizada a cada uno.

Besotes!

Natàlia Tàrraco dijo...

Neo...eso os mereceis como mínimo.
Amiga, me esmero en dar la réplica adecuada a cada cual, como respuesta al amable comentario, me alegra muuuucho ver que lo ves, me pone como unas "castañuelas" que decimos por estos lares.
Ahora que me retiraré a ver las hojas que van cayendo, del amarillo al púrpura (poético), me es muy grato deciros !hasta pronto! de la manera que conozco, escribiendo, ya que un besito físico no os llega por más que quiera. En ese sentido ahora colgaré el JUEVES de Tèsalo y después: !hasta pronto! sed felices.
Neo por probar que no quede, te envio un bsito cierto ¿lo has notado?

Nieves dijo...

Natalia, me encanta. ¿Qué más puedo decirte?
A mí me dejas en paños menores.
Buenisimo. Majestuoso. Inigualable. Y no lo digo por decir, lo sabes ¿verdad?
Un beso

Natàlia Tàrraco dijo...

Ayyyyyyy, Nieves, viniendo de tí, que dominas el asunto, posss, traspuesta y patidifusa quedo.
No sé cuantos besos darte, del Quinto dos, !ala!
por Alááá.

Bruto dijo...

Ya sé que voy con retraso, pero hasta ahora no he tenido mucho tiempo de sentarme a leerte como tú te mereces, Natalí.
Confieso que al principio me ha costado meterme en el relato, pero a medida que avanzaba la narración me ha enganchado, desde luego que no hay época histórica que se te resista!!!