5 de diciembre de 2011

Destellos brillantes en el cielo azul


Siguiendo la idea de Maribel, luego a Mónica, Vero y Alfredo, me apunto gozosa a esta propuesta, todo lo que sea para incentivar la imaginación y la escritura, !aplauso!

Este juego, tiene unas normas a seguir que acepto. Son las siguientes:

1.-Citar a la persona que te lo ha entregado y ofrecerle un café.
¿Qué te parece Alfredo un Blue Mountain ristretto? Añado famosas galletitas danesas, caja metalica azul redonda, ya sabes.


2.- Echar un vistazo a tu alrededor.
El "antro de la Sibila", de frente fotos con marco cristal de...Turquia, Grecia, Tunez, Egipto, Granada, Roma, una de mi hija a los doce añitos, uy, un cartel de una expo; Bacon, otro de Alma Tadema, otro de Gladiator escrito todo en griego, y postales, muchas, que se caen que se montan, sujetas con chinchetas. Y ese rectángulo luminoso, la puerta de las maravillas, y ese teclado que me falla, es viejo y tecleo a trompazos. Detrás del "antro", a mi espalda la luz verdadera, los huertos auténticos, los gallos que siguen cantando. A veces creo que ese mundo de aire, de ruidos y paisaje es falso y el que vale es el otro al que ahora miro.  

3- Coger el primer libro que vea o que estés leyendo y abrirlo por la página 89, linea 5. Dice así Lorenzo Silva en "La reina sin espejo":
Pero no se puede comparar con la ciudad, el reino del hombre anónimo.
atrevida, yo añado:
En la noche cualquiera pasa desapercibido, te puedes colar en el mejor ambiente, los hay para todos los paladares. De día el paraíso del confort, el escaparate de todo, invierno refugio calentito, verano aire acondicionado.
Ambas platicaban en medio de la reluciente calzada, bajo la lluvia, y los faros de los coches las deslumbraron, les fue de un pelo ¿No vieron que el semáforo estaba en rojo?
Jadeantes, a salvo pero con el susto encima, la más veterana advirtió a la joven:
__No me convences amiga, aquí, por más comodidades que disfrutes, corres peligro a cada momento. Donde esté la sosegada existencia campestre que se quite este barullo.
__¿Qué me dices de la lechuza, del halcón, del zorro? Amiga rata de campo. 

8 comentarios:

Un par de neuronas... dijo...

La eterna lucha entre los agrestes y los asfálticos... El pueblo era pequeño pero la plaza Omonia tenía vida, muy bulliciosa vida.

Gracias por unirte, genial descubrir literatura nueva y ¡mentes ágiles!

Besitoooo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Ya tenemos con nosotros a la Natàlia juguetona, vivaracha, llena de vida, alegre, impulsiva, cosmopolita, picarona, sonriente, etc., etc.

Con este juego te has quitado de encima por lo menos quince años. ¡Estás hecha una moza, una niña, un delirio, una joya!

Un beso, Querida amiga mía.

Antonio

Isabel Barceló Chico dijo...

Ja, ja, yo también preferiría la vida sosegada del campo, como nuestro Virgilio, como nuestra Maríajesúsparadela, si no fuera porque tanto sosiego acaba por agotarme... Felicidades por este premio y por ese rincón tan deliciosos en el que tu literatura se nos hace realidad y tu realidad literatura. Besotes.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me gusta el añadido.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

jejeje muy de tu estilo y ajustado final el de tu añadido!
Gracias por sumarte!

abrazos.

Nusa dijo...

Con tu permiso, voy a utilizar tu juego para mi blog. ¡Gracias!

casss dijo...

Hola Natalí. Te cuento...acabo de oir que por aquí, somos 3.000.000 viviendo en ciudades y 200.000 en el campo. La gente de todos modos al opinar se inclina por la vida más bucólica (claro los asalariados de los estancieros, los peones, quizá no opinen ni tengan elección, porque en sus condiciones las posibilidades se limitan, el confort no es el mismo, sus hijos no estudian en Colegios privados de la ciudad, etc.et.) pero bueno,a la hora de elegir, me inclino por una vida rodeada de más naturaleza y menos gente... Bueno...alguna gente me la llevaría a vivir conmigo, porque son imprescindibles (otros impresentables, jajaj)

BESOTES (qué tal los caracolito pequeñitos pero tan especiales???)

maruja dijo...

Un paraiso de hielo sin ruidos y con un aire purísimo, o la cima de una montaña