21 de julio de 2011

Este JUEVES un relato: SACRIFICIO

Lo que viví aquella mañana hace tres años, tenía que contarlo un día u otro, la experiencia me asalta en los sueños, me visita despierta, la vivo de nuevo.

Tecleaba en el ordenador, debían de ser las 9,30. El golpe lo escuché con nitidez y enseguida pensé que mi hijo había resbalado en la ducha. Me levanté impelida por un resorte, dispuesta a correr al otro lado de la casa, y al salir, enmarcada al final del corredor, la vi.
Una imagen imposible, increíble, pero verídica. Fue un chispazo visual que recibí como un mazazo.
Detrás de la vidriera, en la terraza, una mujer desconocida pasaba la pierna izquierda por encima de la baranda, iba a lanzarse al vacío, siete pisos.
Ignoro cómo pude echarme a correr de ese modo, ni cómo subí la persiana con tal energía, me pregunto de dónde saqué las fuerzas inauditas para atraparla cuando ya se precipitaba. La agarré sin miramientos y tiré de ella dejándola en el pavimento. Ocurrió, lo juro, en diez segundos ¡o menos! soy incapaz de medir aquel espacio de tiempo sobrenatural.
Al entrarla en el comedor la obligué a sentarse. Me temblaban las piernas y las manos, notaba el corazón en la boca, creí que perdía el sentido. Súbitamente recibía la reacción física y psicológica por lo hecho sin pensar, obedeciendo a una reacción visceral.
Le di agua, le mojé el rostro, sin articular palabra, ni ella ni yo. Después respiré hondo, seguía temblando y aquella desconocida me miraba absolutamente serena, sonreía, estaba en otro mundo, ilesa a pesar del golpetazo que se amortiguó al caer sobre una mesa.
Entonces vinieron las preguntas, tenía que sacarle las palabras con pinzas. Apareció mi hijo Roger con la toalla anudada a la cintura y se quedó atónito.
Llamó a la ambulancia, a urgencias. Con un nudo en el estómago, le conté lo sucedido:
La vecina del segundo, según ella misma me dijo, para mí una desconocida, había decidido suicidarse siguiendo un método infalible. Nádie se salva después de saltar desde un ático. Subió al desván que queda por encima de nuestro piso, abrió el ventanuco y se dejó caer en mi terraza- ese fue el ruido que me alertó-inmediatamente se encaramó a la baranda, yo la sujeté justo cuando se disponía a lanzarse.

¿Por qué querías matarte? le había cuestionado, se encogió de hombros y dijo que le dolían las piernas, que estaba sin poder trabajar, nada más. ¿Qué esperaba que me dijera? Insistí, ¿tienes marido, hijos? Afirmó. Entonces recordé haberlos visto ocasionalmente, el más joven con la guitarra a cuestas, unos veinte años, el otro callado y serio, entonces debía tener la edad de mi hija, veintitrés. Del marido apenas evocaba la figura de un hombre con bigote canoso.
Más preguntas tal vez sin sentido, más bien para mi misma, a las que ella respondía con incongruencias. La reñí igual que si fuera una niña, mencioné el disgusto que le hubiera dado a los suyos, ¡sonreía! Yo, dando lecciones a una que no se enteraba de nada, me sentí absurda.


Los de la ambulancia llegaron enseguida, al verla se miraron entre sí. Me lo explicaron. Tercer intento de suicidio, enfermedad bipolar aguda. Uno de ellos añadió:
__Ha hecho bien, le salvó la vida, pero…usted hubiera podido caer tras ella al agarrarla, sucede, porque cuando el cuerpo está por dar ese impulso, multiplica su peso y arrastra a quien lo sujeta, lo sabemos por experiencia.
Al verme todavía más confusa me recomendó un calmante. Luego se la llevaron y me quedé en medio del vacío con las dudas sin resolver, aturdida.


Al cabo de tres horas almorzábamos en el restaurante de abajo, estaba sin ánimos para cocinar. Revivía lo sucedido lo mismo que si aún estuviera en la terraza.
Su esposo tomaba una cerveza, tan tranquilo, pero me dio las grácias. Con estupor adiviné que estaba habituado ¿Puede uno vivir con la idea de que tu mujer va a matarse, como sea? Pensé que en su interior, quizás me maldecía, él y los hijos estaban hartos porque no tenía solución y convivir con una persona así, año tras año, te destroza la existencia.
Hubieran preferido que no frustrara su suicidio, a esa conclusión he llegado.
La dieron de alta pronto ya que había sido internada muchas veces sin resultados, todo inútil. La verdad es que si quiere matarse lo hará incluso en la misma clínica o al comprar el pan...una vez se tiró del puente al río. Tratamiento terapéutico que se le aplica; el mejor en estos casos desesperados y a esperar.
Luego cuando me la encontraba solía decirle: “¿Cómo vas?” y ella sonreía.
Ahora su marido se lo monta con una chica joven, parece feliz. De ella, ni idea, tampoco pregunto. Por una casualidad el otro día mi marido se la cruzó en la escalera, continua con la mirada extraviada y anda con dificultades.


Sacrificio: Abnegación, renuncia o privación que se hace en favor de algo o de alguien.

De ningún modo mi acto significó un sacrificio, fue un impulso, ¿abnegado? Ese adjetivo lo rechazo, no es cierto, aquello fue un reflejo sin tiempo para meditar, que de haber tenido tiempo y la información sobre sus consecuencias ¿quién sabe? Además, no estoy segura de que sirviera para nada en ese caso. Otro dilema, ¿tenía derecho a impedir una decisión personal de ese calibre? Me he respuesto que ella no estaba, por así decirlo, lúcida ni serena ni equilibarda ante esa acción sin vuelta de hoja, sin embargo...¿en qué condiciones mentales hay que estar para suicidarse? Imposible bucear en la cabeza ajena, complicado en la de una misma.  
Palabras como sacrificio, heroicidad, valor, generosidad, altruismo...me merecen todos los respetos, sin embargo conllevan barnices ideológicos manipulados desde siempre, tras los cuales se ocultan conceptos dudosos o contradictorios. A la luz o, bajo las tinieblas, de mi subjetiva experiencia, diría que todos somos capaces de responder en un momento dado de forma individual o colectiva, sobretodo por instinto, por un atávico resorte que nos manda preservar la especie. Los conceptos o los adjetivos se proclaman más tarde y son otras cosas, alejadas de aquel instante único.        
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No es un relato de ficción, sucedió y jamás lo olvidaré.
SACRIFICIOS DE TODOS TIPOS EN:  http://thedailyplanetbloggers.blogspot.

24 comentarios:

San dijo...

Desde luego un hecho para no olvidarlo jamás, decisiones imposibles de juzgar. Reaccionastes como seguramente lo harìamos todos.
Dura existencia.
Un abrazo Natalia.

Manuel dijo...

Tu relato no hace falta explicación, trasluce realidad en cada letra. ¿Tu reacción? la lógica en una persona de tu humanidad, en esas situaciones no se piensa, se actúa, aunque después puedan venir las preguntas sobre si se ha hecho lo correcto o lo mejor. A esas preguntas no hay respuestas. El mecanismo mental por el cual una persona llega a esa decisión es dificil de sacar a la luz y a veces si se consigue puede uno pensar que quizás alguna chispa de cordura existe en el. Nunca cuestionaria el porqué o porqué no de esas situaciones.
Un beso

yonky dijo...

Uff con que situacion tan critica te has cruzado.Tu instinto primitivo de sacrificio por salvar la especie no es de asombrar,es de esperar que estè latente como otro condimento constitutivo que se suma a tu persona.

un cariñito

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Una vez intenté quitarme la vida. Lleveba cinco días sin dormir. Fui al médico y no se dió por enterado.
Mis ideas se volvieron esclavas de mis ssensaciones.
Una vez, en una playa alguien me pidió ayuda. Me acerqué y le roce con los dedos. Había mucha resaca y me alejé de la persona en cuita. Pero afortunadamente fue suficiente. Ella reaccionó y salió de aquella viva. Fue en Murcia, en Mar Menor.
No es fàcil expresar peligro y a un mismo tiempo reflesión. No de un modo creativo. Tampoco me resulta fácil hacer reir. Qué me pasa que me río tan poco.
Tu relato me pone las pilas.

Tésalo

Myriam dijo...

Te diré que a mi me sucedió algo muy similar cuando un joven de unos 19 años se lanzó desde el séptimo piso de un edificio en Buenos Aires, cayendo delante mío que estaba manejando un 504 de chapa muy dura al dar vuelta la manzana por la calle para salir a la Avenida. El joven revotó en el porta-equipaje de un Renault 12 blanco blandito justo delante - como te cuento - de mis narices.

El revotó y quedó milagrosamente vivo. Eso si, un brazo partido en dos trozos separados completamente echando una catarata de sangre. Alguien corrió con sábanas para atajar la hemorragia mientras llegaba la ambulancia que otro había llamado. En shock di la vuelta a la esquina y logré estacionar. Los socorros llegaban, no había nada más que hacer. Supe después que el chico se salvó y estuvo largo tiempo internado en un psiquiátrico. No supe más.

Tu mismo dilema tuve yo: ¿Se debe ayudar a un suicida recurrente? ? Un enfermo terminal, tiene derecho a una muerte digna o a acabar por si mismo su sufrimiento? Aún no tengo la respuesta.

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hay situaciones en las que debemos actuar por nuestros propios valores, sin pensar en lo que significa para el otro.
Yo no condeno el suicidio, pero el verdadero suicida sabe que es un acto íntimo que no debe tener nada que ver con los otros.
Una historia terrible.

Juan Carlos Celorio dijo...

Creo que en tu relato y en la reflexión final lo dices todo. Así que solo decir que celebro que no te pasara nada en aquella ocasión.
Besos, amiga.

Lupe dijo...

Me imagino que a ese desván, y para que vivas más tranquila, le habréis puesto un buen candado. Desde luego si lo tiene decidido lo hará en cualquier momento. Tiene todo el derecho del mundo a buscar su tranquilidad como ella quiera.

Hiciste lo que en ese momento te pidió el corazón aunque el precio fue caro. Es una vivencia que jamás podrás olvidar. Y te honra.

Un abrazote.

Maat

Primavera dijo...

en casos asi reacionastes rapido otras personas son incapaces y solo ven el desenlace que los deja marcados, que hacer, esta en la conciencia de cada cual, estas personas asi tarde consiguen sus propositos en un descuido de la familia lo acaban por rematar...
Lo peor de todo es que no es un relato simplemente es algo que ocurre bastante ademas estas personas lo calculan todo muy bien hasta lograrlo o quedar en un intento pero siempre lo volveran a intentar.
Primavera

Unknown dijo...

uiiiiiisssssss...... si te digo que me atrapaste de entrada y me fui con vos a tirarme no me crees no? sobre todo con tus últimas palabras, ese debate mental que tan sólo dura 10 segundos...o menos... interrumpir una desición tomada? enhorabuena! :D

te corrijo una sola cosita que ví por ahi...Ignoro cómo pude echarme a correr de ese modo, ni cómo subí la persiana con tal energía, me pregundo.... la última palabra está mal... :D

un besito nati... :D me encantó tu relato!

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Natalia, si no me equivoco ya nos habías contado la historia de esta mujer y tu acto heroico -creo que bien caben esas palabras- y aquella vez tal como en esta has logrado meternos de lleno en ese torbellino de sensaciones y actos reflejos que viviste. Realmente creo que no todos hubiesen sabido actuar con tanta decisión y rapidez y por supuesto me parece que, aunque su familia ya hubiese estado cansada de ella y su enfermedad incurable, creo que te debían haber agradecido con mucho más énfasis, al menos.

Tu acto de arrojo es un claro ejemplo de sacrificio desinteresado e irreflexivo, pone en evidencia que ante el peligro inminente de otra persona, actuaste rápido, poniendo por delante tu propia seguridad. Un acto para destacar.


Te mando un abrazo.

Alfredo dijo...

No valen ironías, el relato es im-presionante.
Se me han aflojado las piernas, cuando has confesado su autenticidad.

¿Lo volverías a hacer?

Besos

Anónimo dijo...

Natali: Creo que obraste bien, porque obraste siguiendo los dictados de tu corazón y ese es argumento más que suficiente. El relato espeluznante. Celebro, eso sí, que no te arrastrara en su caida. Nuestro reflejo condicionado es proteger la vida, así que creo que lo harías de nuevo si se te presentara la ocasión.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Supongo que de casi somos dueños menos de nuestras decisiones en un momento de urgencia, porque en ellas no cabe la razón, tan solo el impulso. Si tu reacción fue ayudar y con ello la salvaste, pues te diré como dice mi abuela "no era el momento de que esta mujer se fuera"...
Besosssssss!!!

Anónimo dijo...

Ahh, soy Matices... es que hoy por lo visto tengo que ser anónima, según San Blogger

Beso

vidzee dijo...

Hello! Usted tiene un sitio interesante. Es agradable para visitar aquí.

Nusa dijo...

Natalí, preciosa:

Me ha gustado cómo has contado esa experiencia...

Sí, es un instinto ese de salvar a quien está en peligro, y no es sólo humano, que también los animales corren a salvar a sus semejantes o no tan emejantes (*no has visto a un perro lamiendo las heridas de su amo? ... Es enternecedor). En ese momento, tu instinto te hizo correr y salvar a tu semejante.

Te preguntas si hoy, sabiendo lo que sabes de la suicida y de su familia, actuarías igual. Pues yo creo que sí, amiga... ¿Qué hace la persona sedienta que por fin llega a una fuente? ¿Se priva de beber porque cuelga un letrero de "no potable" o sacia su sed sabiendo que puede contraer el cólera?

Besos, linda :)

Anónimo dijo...

Vaya experiencia chica. Se hace un bien y al final no se sabe si sirve o no sirve para algo. Supongo que una no se imagina como va a reaccionar frente a un caso así.Supongo que no sabes como acabará la cosa.
Está muy bien relatada tu experiencia.
Un beso
Carmen

balamgo dijo...

Magnífico relato; Natalí.
No te conozco de nada, sólo por lo que escribes en el blog, pero debes de ser una mujer de mucho arrojo y muy solidaria.
Abrazos.
http://www.laisladelaquietud.blogspot.com

I. Robledo dijo...

Amiga, me has dejado estremecido, y sin palabras... Vaya trago... Y menudas reflexiones que nos haces sobre la vida y la muerte...

Tremendo...

Un abrazo fuerte, Natalia

Anónimo dijo...

que sea cierto lo que cuentas implica un halo o una pintura más a añadir al relato...y esa pintura carga el relato de...¿pánico? ¡¡¡no lo sé! pero lo que a mní me interesa en este caso es que el suicida...mira, natalí, sólo y exclusivamente hay y puede haber un suicida: el que es consciente...aquel que medita lo que va a hacer y que después de esa meditación sopesa que al quitarse la vida "soluciona" algo...el suicida debe de ser por definición plenamente consciente de lo que hace. de lo contario es cualquier cosa menos suicida...lo que a mí me importa a nivel estudioso del suicida es si el valor para quitarse la vida existe o si el miedo es posible anulalarlo desde la consciencia, pues el instinto de conservacion es tan fuerte, y lo sé por experiencia, que...que suele dejar atras todos los intentos de suicidio, todos los intentos que deja atrás, claro está...
medio beso, natali.

MARU dijo...

Querida Natalí.Aunque ando metida en un jetlag impresionante, me he leído de tirón el relato. Redundo, Impresionante, redactado con maestría.
Creo que lo que expones al final es la realidad. No sabemos porqué el ser humano reacciona a veces con una fuerza irracional. Seguramente será nuestro instinto de supervivencia.
Al ser algo irracional, carece de sentido ¿Por qué? No lo podemos saber. Ni siquiera podemos saber si reaccionaríamos igual en iguales circunstancias otra vez... ni nunca lo sabremos.
Un besito muy grande,
Gracias por tu comentario en el "mejor jornal del mundo"...

Anónimo dijo...

Realmente sacude fuerte tu relato, mucho más porque es un retazo de tu experiencia personal. Sí, pudiste perder tu vida intentando salvar la suya. Me has dejado pensando el destino de esa mujer.
Llegué hasta aquí saltando desde la cueva de Susana y me alegra haber recorrido el camino.
Entre otras cosas, me hizo detener la imagen de Zabi, asesinado en nombre de la religión.
Con tu permiso, me quedo por aquí, que seguro encontraré cosas tan interesantes como la que acabo de leer.
Un cordial saludo :)