4 de diciembre de 2013

JUEVES: CONVENTO

Me disculpo porque este relato lo publiqué hace tres años, voy muy atareada, demasiado, pero me ha parecido que el tema de entonces puede encajar en el de este jueves.
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La atmósfera en la cocina del monasterio era agobiante, en la penumbra iluminada por las brasas del fuego, los doce frailes esperaban la historia del anciano abad.
Fuera, en la noche cuajada de estrellas, susurraba el viento entre los espinos, el antílope bebía en la charca; escucharon su lameteo que cesaba a intervalos, alerta al chacal. Los novicios se impacientaban, uno se rascaba el hábito buscándose la pulga, pero el viejo abad necesitaba tiempo, finalmente habló:

__ Frates, entonces yo aún era joven, pero él, Kaldi, apenas tenía una sombra de bozo en las mejillas. Llegó un amanecer cuando ya habíamos rezado en hora Prima y arañábamos la tierra con las azadas. Conocía al pastorcillo y a pesar de haber nacido infiel, su corazón era puro. Es normal que un chico salte y se ría por nada, pero Kaldi estaba como poseído, iba sin el turbante, cosa de locos con este sol y sus pies brincaban sobre los pinchos sin lamentarlo. Después de beber el agua fresca del pozo, se quedó calmado y nos contó lo que sigue:

“Hombres santos, ayer descubrí un nuevo don que otorga Aquél que lo creó todo. Mis cabras ramonean cualquier hierbajo sin contemplaciones, lo digieren todo, hace dos días masticaron una planta que tiene frutos ovalados, hendidos, apiñados y tirando a bermejos. Por la noche estaba tumbado sobre mi manto observando a los luceros, cuando escuché gran alboroto y temí que fuera una leona. Al acercarme llevaba mi puñal preparado, temblaba y no hacía frío. Con asombro descubrí a mis bestias retozando, los ojos abiertos y brillantes, balando como en una fiesta entre cabras y cabrones. Enseguida supe que su alegría la causaban aquellos frutos. Me advertí que si a ellas les hacían reír a mí también, y los probé. ¡Oh, varones piadosos! saben ácidos, pero al cabo de un rato sentí ganas de soplar mi flauta de caña. Aquí tenéis unas muestras, no son del Maligno, sus efectos no atacan al habla ni al sentido. Si os place, probadlas, crecen en muchas partes aquí en Kafka" Despedimos al jovencito con fraternales besos.
El abad se quedó reflexionando como si se le pintara la escena acaecida años atrás.

__ Compañeros__ dijo__ os aseguro que primero estuve tentado de pisar aquellos frutos, pero consideré que de nuestras pesquisas con lo que el Señor ofrece a la natura, hemos sacado no pocos remedios, licores o alimentos. Recapitulando sobre la manzana de Eva, que nos perdió, con gran recelo caté aquel fruto para escupirlo en el acto, lanzando, inmediatamente, todos los granos en los rescoldos. Era acre, peor que el ajo y el laurel crudos! Loado sea el Creador! porque según suele ocurrir por su voluntad, de un albur atiné a vislumbrar el prodigio que ahora degustamos para nuestro recreo sin pecado__ hizo una pausa y alzó su cuento humeante, todos los frailes bebieron de los suyos entornando los ojos.
__ Sucedió que al caer los frutos en las brasas se tostaron expeliendo un aroma intenso y fragante. Tomé los granos y los hice papilla en el mortero, después se me ocurrió hervir la molienda poco tiempo, sin dilación la pasé por un cedazo de lino y, no sin temor, saboreé el jugo negro y calentito. Un gusto que perdura, mis facultades estimuladas y mis noches más largas para rezar despierto. Desde entonces hasta hoy nos habituamos al goce de sentarnos cada atardecer, después del agotador trabajo y las preces, para charlar contentos con el sabor de este bebedizo en la boca. Hemos recolectado este fruto que crece salvaje pero me propongo plantarlo en el huerto. Unos beduinos que pasaron por aquí a lomos de camellos, me informaron que conocían la bebida, con lo cual se demuestra la infinita generosidad de Nuestro Señor, incluso con los seguidores del Profeta. Ellos la toman hervida sin filtrar, con el poso en el fondo. Amigos, degustemos este néctar a la salud de Kaldi, que ya debe ser padre.
__Venerable abad ¿cómo debemos llamar a esta delicia? __ preguntó el novicio sin barba. Al viejo le recordaba el semblante del pastor.
__ Kaldi sería lo justo, pero dado que la planta brota por los alrededores, no sé si titularla Kafka y al bebedizo, kafké.
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*Kafka: O Kaffa, citaba una zona abrupta en la antigua Abisinia, hoy Etiopia. Según esta leyenda, allí se descubrió la planta del café y sus propiedades, aprox. entre los siglos VIII y el X d.C.  La leyenda envuelve a este fruto aromático, nada queda claro y el café es oscuro.
Café, tisanas o lo que se cueza en otros conventos donde RHODEA

25 comentarios:

LAO dijo...

Muy interesante tu detallada historia Natália....

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Muy interesante historia. Es sorprendente adonde pueden ir los relatos, a partir de las consignas.

&& dijo...

Lo que más me gusta de "un tema propuesto" es la divergencia que toman los relatos a partir de un mismo título, en tu caso y como siempre, creando una historia que, además de historia, nos enseña a saborear, ya no el café sino las palabras.

Un beso

dapazzi dijo...

Maravilloso relato, por cierto esa fotografía es preciosa.
Saludos.

FIBO dijo...

Nunca se me había ocurrido mirar la procedencia originaria del café, y eso que es mi bebida mañanera...nunca me acostaré sin saber algo más.

un besito.

censurasigloXXI dijo...

Entre las hierbas del santuario délfico que propiciaban las visiones de futuro y el café... hmmmm... ya te imaginarás con cuál me quedo, eh? Muy chula la historia con pulga y todo, jajaja!

Beset i cafenet.

Myriam dijo...

Bonita leyenda, yo también tomo el café así sin filtrar con la borra en el fondo.

Besos y que el trabajo te sea leve.

mariajesusparadela dijo...

Me gusta el café, pero solamente puedo tomar uno si quiero dormir bien.

Juan L. Trujillo dijo...

No le pasa a tu relato lo que me sucede a mí.
Tu relato es fresco,intenso, concentrado y sabroso. Mi kafke, ya tiene que ser descafeinado.
Un abrazo.

Gaby* dijo...

No debería asombrarme de tu don con las letras, pero me sigues asombrando! Un relato por demás interesante, que nos interna en un aromático pocillo con café. Que no todo viene servido por magia y cada cosa tiene su historia! Muy bueno Natalia, no solo me ha encantado sino que agradezco que lo trajeras a la luz nuevamente, no recuerdo haberlo leído antes.
Besos:
Gaby*

Leonor dijo...

Me encanta como cuentas las historias. Somos muchos los que hemos hecho uso de esa delicia para soportar las noches de vigilia.

Besos.

Juan Carlos Celorio dijo...

Benditos monjes, bendito Kaldi. Buen enfoque el que has dado al tema, esos beneficios que históricamente nos han proporcionado.
Muchos besos, amiga.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Muy bonito el relato e instructivo, con ese lenguaje tuyo lleno de descripciones, precioso.
Un petonet

Toni dijo...

Interesante historia con el café de protagonista y una amistosa conversación alrededor.

Besos!

Pd. En alguno de los blogs hay dulces de convento? Mmmmm Nos tomamos un descanso? :D

miquel zueras dijo...

Muy buen relato. Me habría gustado que se llamara Kafka, así recordaría a Gregorio Samsa mientras saboreo mi café matutino (carajillo, ahora que hace frío) Este relato está pidiendo un carajillo monacal, a base de Aromas de Montserrat.
Besos. Borgo.

San dijo...

Me ha gustado mucho tu convento Nátali,como nos vas situando dentro del relato, como nos presentas a los protagonistas, los vemos y les eschucamos, y si no era esto poco saboreamos ese café. Vamos que todo un placer.
Un abrazo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Había oído sobre el origen del café, Natalia, pero te diré que vos lo contás de maravilla! jejej...si hasta casi puedo sentir yo ese aroma!
=)
abrazos!

Mar dijo...

Me ha gustado tu relato y la leyenda del café, muy curiosa por cierto.

Bss.

Dorotea dijo...

Prefiero y mucho tu version del descubrimiento de café a lo que leí hace poco. El autor mantiene que el efecto estimulante del café es en realidad una reaccion alérgica del. cuerpo que rechaza el brebaje...
me quedo con el antílope bebiendo ruidosamente en la charca.
Un abrazo

Alfredo Cot dijo...

No sé por qué me sorprendo, pero esa forma tan equilibrada de narrar, que te transporta al lugar y los lugareños es de una exquisitez envidiable.
En ese contexto entiendo la "dependencia" que compartimos con Vero por el convulsivo néctar.
Besos

Charo dijo...

Pues no conocía yo la procedencia del café! A la vez que nos has instruido(a mi por lo menos) nos has hecho disfrutar con la historia tan bien contada...
Pero yo me he puesto a pensar...y a mí no se me ocurriría ni de broma hacer tantas cosas como hizo el fraile para sacar la deliciosa bebida...
Un beso

rhodeablason.blogspot.com dijo...

Pásate por mi blog y tendrás un premio que te recordará mi primera convocatoria. Muchas gracias por participar

Alfredo dijo...

Veo, con gusto, que esta semana hemos coincidido en el destino etíope de nuestras respectivas propuestas :)

Un abrazo!

casss dijo...

Maravillosa tu historia, por cómo está contada... lo que a nadie sorprende. Sí sorprendes dando otro enfoque al tema y es maravilloso comprobar la diversidad de relatos, estilos y disparadores, que hay en este grupo juevero.

Un café más que disfrutado que se agradece hasta por el sabor que deja...

besos

Anónimo dijo...

Atractiva por lo bien narrada y documentada historia sobre los orígenes de esa bebida que a tantos nos apasiona, el café. Es notoria la inestimable aportación que los monjes, desde las reboticas de los monasterios han hecho al mundo en lo concerniente a bebidas de todo tipo que tal vez atendiendo a los orígenes en que fueron creadas se llaman espirituosas. En Orense, (Monasterio de Osera) en esa Galicia que me consta quieres, probé un exquisito licor a base de eucalipto, Eucaliptine, elaborado por sus monjes.
Disculpa la tardanza, he estado recluido en una casita rural en compañía de amigos.
Un fuerte abrazo.